Aquí estoy, en mi cuarto, en mi isla, aunque no es
exactamente eso. No me rodean ni mar ni vegetación. Pero lo es en mi interior.
Aunque tampoco. Sigo donde siempre. Sólo que mi percepción ha cambiado. Está
todo lleno de lejanas presencias y cercanas ausencias. De recuerdos estúpidos,
y de recuerdos necesarios. Algo complicada, ¿verdad? No me extraña que lo
pienses. Por suerte has sabido entenderme. Y te confieso que eso ha hecho que
me pegue más a ti. Una persona bajo dos pieles, ¿no crees?
En realidad no, en realidad considero un verdadero regalo
que seamos diferentes. Que no sea fácil. Nos permite aprender el uno del otro,
afianzarnos, crecer sin dejar de ser nosotros mismos como individuales. Nos
permite descubrirnos, a ti, a mí misma, a nosotros, a diario. Y no existe nada
mejor que amanecer cada mañana, que no es lo mismo que decir que cada mañana
amanezca.
¿Cómo estás sin mí? Seguro que como eres. Rodeado de amigos,
de trabajo, de frío, de lluvia y chicas guapísimas. Con esto último podría
estar bien celosa. Pero desgraciadamente no lo soy (no te emociones, puedo
serlo). En cambio tú no te preocupes, no tienes motivo para celos. Sólo me
rodean libros y libros y libros. Y por la noche se hace un silencio tan
atronador que muchas veces me despierta.
He estado haciendo balance. No te lo voy a contar por aquí.
Cuando el destino quiera volver a juntarnos. Dios quiera que sea pronto o, más
bien, cuando tengamos el valor para, además de cruzar con el semáforo en rojo, luchar
a corazón abierto. Y entonces las miradas hablarán y no hará falta nada.
Siempre he dicho que nuestra mejor conversación era esa silenciosa. Las
palabras reversan todo… se vive mejor entre miradas.
Hablemos en serio. O mejor en serio de broma, o entre bromas
y en serio.
Es verdad que soy feliz, soy feliz por saber que estás,
aunque no sea conmigo o aquí. Me hace feliz saberlo. Eso sí que es algo que
tengo claro. Nunca sabemos cómo funcionan las cosas, ¿sabes? Sólo funcionan, o
no. Las hacemos funcionar o no, que no es lo mismo. Las cosas nunca vienen
solas y nunca vienen sin problemas. No quiero saberlo ni quiero pensarlo, sólo
quiero disfrutarlo ahora, el después aún no ha llegado, y será cuando echemos
de menos el antes. No puedes intentar ordenar o planificar o encuadrar algo que
se escapa de tu control.
Creo, firmemente y de alguna forma, en esta casualidad que
nos ha llegado. La fe es algo que jamás me ha faltado. El miedo existe, pero no
es lo mismo que la cobardía. No quiero que me hagas promesas, ni que me digas
cosas bonitas, sólo quiero que me mires. En realidad no te pido nada porque no
necesito más, porque yo miro en tu fondo y tú miras en el mío, y de alguna
forma se entienden. Eso es algo que no se pierde, que no es lo mismo que decir
que no se puede perder.
Y aquí me despido, que no es un adiós, ni un hasta pronto.
Es un paréntesis.
Y esto no es una carta ni un poema. Eres tú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario