viernes, 17 de octubre de 2014

De tanto escucharos
os creí
y os entendí
y me miré
buscando unos ojos
que no fueran los míos
bajo ninguna circunstancia
me miré con ganas de vomitarme
de dejar de ser
yo
o lo que sea
que estuviese
caminando
por la tierra
con mi nombre. 
Os escuché y os di
la razón.
Era odiosa, 
y me merecía
un espaldarazo del mundo
un cabezazo en el pecho
y cuatro insultos al día
media hora sola en el baño
y silencio ofensivo
revoloteando por mi izquierda.
Sentí que lo merecía.
Y por eso hoy os agradezco 
que me haya considerado
el fin del mundo,
la niña sin alma,
la última de la fila, 
la tercera persona
y el nombre de la vergüenza.
Nunca os olvidaré
aunque olvidéis quién creíais
que era.
Soy yo, pero con tanto miedo
que lo he perdido.
Me queda tanto dolor
que ya casi lo he vivido.
Tantos ojos huecos
han coloreado mi piel
de color optimismo 
y presente.
Dicen que la libertad sabe
a sangre seca,
y eso es lo único que me queda.
Gracias por hacerme libre,
gracias por hacer que me odie
hasta llegar al extremo
de sólo poder
quererme.

1 comentario:

  1. Muy fan de este blog. Conocí a la autora, que me dijo que tenía un blog. Y en ese momento, no me imaginaba que este fuera tan diferente a todos los demás. Tan lleno de arte y de mensajes que llegan a lo profundo de tu ser. Hoy, no puedo sino admirarlo.
    Un trabajo excelente, Natalia. Un saludo,
    Mike Wasos

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