no saltéis demasiado alto,
no os traguéis la paciencia
no intentéis coser heridas en vano,
no juguéis a poder marcar la diferencia.
A todos los que habéis querido acabar con el infierno ajeno
aceptad la impotencia
de que el infierno se acaba cuando lo corrige el que lo lleva dentro.
A todos los que habéis llamado a Dios a gritos,
Dios no habla y Dios no escucha
si existe sólo nos observa andar en círculos infinitos.
Para todos los que habéis intentado
ayudar al de al lado
por no ayudarte a ti mismo;
seguid caminando,
no os olvidéis
de que no estáis equivocados
por querer poner vuestra vida en un puño
y darlo como un papel arrugado.
A todos los que sabemos querer,
no nos arranquemos el don que tenéis de regalo.
Olvidad el rencor,
olvidad a los que expresan egoísmo disfrazado
cuando están llorando de dolor.
A los que saben querer,
no os olvidéis de quién os ha cuidado.
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