Siete años esperando a que devuelvan,
tres monstruos esperando mi toque de queda
para devorar todas las flores
que he pintado fingiendo mi primavera.
Respiro hondo y el tiempo espera.
Te arrastro por mis telarañas
como un grito áspero y cansado
de repetir exactamente lo mismo
y de tropezar exactamente
con la
misma
piedra.
Mis máscaras se esconden detrás de mi piel,
se me retuercen los dedos
y me exploto de querer
salir de un agujero
encadenándome al fondo de todo ello
aupando a todo el que se presente
dejándome pisotear por no ser yo
quien pisotee.
Hasta que reviente
y salgan disparados como metralla
mis sentimientos acorazados
por el miedo de hacerme daño,
arruinar mis amagos de vivir,
destrozar el equilibrio en el que fingimos convivir.
Explotamos de silencio,
y ahora nos devora el eco.
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