que te fuiste como un campeón
que jamás emitiste ni una sola queja
y que sonreías de oreja a oreja.
Hoy son las buenas noches
del hombre que nos coloreaba las comidas navideñas.
Del ejemplo de toda la casa,
del timón dirigente,
de los paseos por la mañana
y la compra los miércoles.
Estés donde estés, estás aquí.
Sigue sonando el repiqueteo de tu bastón
tartamudeando por su llegada repentina.
Siguen incrustadas en las paredes
todas tus sonrisas,
nuestras,
velándote en cada esquina.
El cielo estaba gris el día de tu partida.
La ruleta del destino ha querido arrancarte la vida.
Has luchado como un valiente
a diestro y siniestro.
Y has ganado, te lo prometo.
Hoy son las buenas noches de una familia entera,
de un mundo creado por ti
que ha perdido su vela.
Aquí abajo seguimos esperándote para cenar.
No te apagas y no tienes fin.
Aún nos quedan muchas cosas por contar.
Buenas noches para ti, Juan.
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