viernes, 9 de enero de 2015

No importan las almas en pena
que vayan a rebosar el Sena.
Tullerías seguirá escupiendo
pasado a las pisadas
de quien se atreva a considerarse
su dueño.
Trocadero seguirá observándonos
como peces en una pecera.
Eiffel seguirá pisando firme
y coronando todos los tejados.
Por mucho que nos asustemos, 
los Campos Elíseos
se seguirán cerrando al paso
del mal 
y se abrirán tras su derrota.
Y nos cubrirán con su abrazo.
No importa lo que se destroce.
Moulin Rouge seguirá brillando.
Charles de Gaulle te seguirá gritando.
París, 
no me sangres más.
Llevas tres balazos en el pecho.
No te dejes rematar.
No eres de nadie.
Sabes demasiado de ruinas
y ni el miedo te puede callar.
Repite tu historia.
Decide ganar.
Respira hondo y déjate respirar.
Pese lo que pase.
La rabia no te va a destrozar.
No importan las toneladas de lágrimas
que te queden por soportar.
No importa el egoísmo 
que te hagan tragar. 
No vas a sucumbir.
Y mañana amanecerás.
No te dejes llevar 
y déjate vivir.
Puede acabarse el mundo,
que jamás terminará París.



martes, 6 de enero de 2015

Y volveremos a encontrarnos.
En la boca del lobo de siempre.
En la punta de la soledad.
En el pico del eco del Tíbet gritando
que nirvāna no existe
que estamos todos equivocados
que aparquemos el orgullo
que todos nos necesitamos.
Te sigo esperando en la boca del lobo.
En el borde de tus labios.
En el colmo de lo impaciente.
Donde huele a mandarina
y sabe a mil millones de demonios
reducidos a polvo en la cubierta
de mis diarios 
adolescentes.
Me sigo esperando en todos
los bancos del metro
deshabitados de tanta prisa
por vivir en mil sitios a la vez.
Nos hemos equivocado.
y lo hemos admitido,
pero al revés.
Cierra la boca,
muérdeme.
Es hora de que las espinas
se traguen su propia sed.
Se me han roto las excusas
y ya son más de las tres.
Devuélveme este infierno,
que aquí lo esperaré.