jueves, 25 de junio de 2015

Tienes cara de ser la brecha
de un poemario.
De ser el trasfondo
de todos mis armarios;
de ser la hoja más viva
del más odiado de mis otoños.
Tienes cara de esconderte
en el cajón de los pintalabios,
del uno y dos son cuatro,
aquí te pillo y aquí me mato.

Eres mi poesía hecha brecha,
los puntos descosidos en el dolor en carne muerta,
la llaga en el dedo,
la condena sin beso.

Me engulles de espera.
Me ahorcas desde tu miseria.

Todo esto es para decirte
que me muero por colgarme de tu piel
una vez más.

Cambiar de soledad.
Escucharme respirar.
Colorearme el vacío,
arrancarme los ojos,
coserme las heridas,
cerrarte la boca.

Que me encantan tus arañazos,
mis heridas en carne viva,
que necesito tus pasos
para no tropezar con mis esquinas.

Eres cada una de las esperanzas
que aúno 
cuando la mañana despunta.
Mi motivo de cartón aplastado
y mi vida presente 
de color pasado.
Mi golpe bajo de fortuna.

Este poema está tan caducado
que está color inerte.

Ya me has hartado,
pero vuelve.